Posiblemente ayer vi la zona más cosmopolita e impersonal de la ciudad y aunque hoy aún no he ido a ver la parte "turística", si he empezado a ver con Onkar, el amable y pesado taxista al que he contratado para todo el día por 1.200 rupias (algo menos de 20 euros) y que habrá hecho cerca de 100 kilómetros porque la ciudad es realmente enorme.
De todas formas hay cosas que no cambian con respecto a ayer, los indios siguen yendo a la caza del turista, incluido mi taxista que insiste en llevarme de compras y a comer donde el recomienda, pese a las más de diez intentonas no lo consigue... de momento. Otra cosa que llama la atención es el inglés incomprensible que hablan (algo así como el indio de los Simpsons).
Bueno, me ha hecho caso y me ha llevado al Museo Nacional, han caído unas gotas y la temperatura ha mejorado notablemente, era más que soportable.
El Museo, bastante destartalado, no aporta gran cosa por lo que también es prescindible. Después me ha llevado a comer a Connaugth Place a un restaurante recomendado por la guia Lonely Planet que me ha gustado y posteriormente camino del Museo del Ferrocarril, muy original con vagones y locomotoras de todas las épocas y es que en India los trenes son una institución importante.
Después al hotel, a su estupendo gimnasio a quemar los curries y a tomar el chai masala, el típico te de Nueva Delhi, con leche y especias... muy rico.
A las 20,30 salgo para la cena buscando un restaurante del Viejo Delhi también muy recomendado en la guia y pese a que Onkar me dice que está muy lejos, a unos 20 kilómetros y que él conoce un restaurante muy bueno cerca del hotel, consigo que me lleve. Atravesamos la zona boscosa de las Embajadas y de los palacios presidenciales y el Parlamento con muchos controles policiales que imagino que están para disuadir porque no hacen nada y después alcanzamos la Puerta de India, majestuosamente iluminada en la oscura noche de Delhi... impresionante.
Ya creía yo que había menos tráfico a esas horas, pero hasta llegar al Viejo Delhí no había visto tal congestión de tráfico de coches, personas y richsaws en toda mi vida, apenas se avanza a 5-10 km/hora en la calle donde se sitúa el Jamma Masjid (la mezquita más grande de la India que visitaré mañana). De noche en esa calle además está lleno de restaurantes callejeros, pordioseros, niños, gallinas que matan cuando las compras y unas callejuelas tan sumamente estrechas que he pensado que lo mejor, era hacer caso al simpático Onkar y me ha llevado al final al restaurante que me había recomendado al principio. Al llegar creía que me iban a pegar un sablazo (comisionado por el taxista) ya que el restaurante tenía bastante lujo, pero apenas ha costado 1.300 rupias y la cena ha sido estupenda. Pero aún no he comido un plato picante, hasta ahora apenas pican.
Vuelta al hotel muy contento, igual que el taxista, que se ha llevado las 1.200 rupias, 100 de propina y la comisión del restaurante. El me ha hecho una foto con el móvil, seguramente para reclamar la comisión del restaurante y yo una a él para que lo veáis todos. Tengo su teléfono por si alguien lo necesita en un próximo viaje. Otro día os cuento como conducen en estos lares, toda una odisea. Buenas Noches.
De todas formas hay cosas que no cambian con respecto a ayer, los indios siguen yendo a la caza del turista, incluido mi taxista que insiste en llevarme de compras y a comer donde el recomienda, pese a las más de diez intentonas no lo consigue... de momento. Otra cosa que llama la atención es el inglés incomprensible que hablan (algo así como el indio de los Simpsons).
Bueno, me ha hecho caso y me ha llevado al Museo Nacional, han caído unas gotas y la temperatura ha mejorado notablemente, era más que soportable.
El Museo, bastante destartalado, no aporta gran cosa por lo que también es prescindible. Después me ha llevado a comer a Connaugth Place a un restaurante recomendado por la guia Lonely Planet que me ha gustado y posteriormente camino del Museo del Ferrocarril, muy original con vagones y locomotoras de todas las épocas y es que en India los trenes son una institución importante.
Después al hotel, a su estupendo gimnasio a quemar los curries y a tomar el chai masala, el típico te de Nueva Delhi, con leche y especias... muy rico.
A las 20,30 salgo para la cena buscando un restaurante del Viejo Delhi también muy recomendado en la guia y pese a que Onkar me dice que está muy lejos, a unos 20 kilómetros y que él conoce un restaurante muy bueno cerca del hotel, consigo que me lleve. Atravesamos la zona boscosa de las Embajadas y de los palacios presidenciales y el Parlamento con muchos controles policiales que imagino que están para disuadir porque no hacen nada y después alcanzamos la Puerta de India, majestuosamente iluminada en la oscura noche de Delhi... impresionante.
Ya creía yo que había menos tráfico a esas horas, pero hasta llegar al Viejo Delhí no había visto tal congestión de tráfico de coches, personas y richsaws en toda mi vida, apenas se avanza a 5-10 km/hora en la calle donde se sitúa el Jamma Masjid (la mezquita más grande de la India que visitaré mañana). De noche en esa calle además está lleno de restaurantes callejeros, pordioseros, niños, gallinas que matan cuando las compras y unas callejuelas tan sumamente estrechas que he pensado que lo mejor, era hacer caso al simpático Onkar y me ha llevado al final al restaurante que me había recomendado al principio. Al llegar creía que me iban a pegar un sablazo (comisionado por el taxista) ya que el restaurante tenía bastante lujo, pero apenas ha costado 1.300 rupias y la cena ha sido estupenda. Pero aún no he comido un plato picante, hasta ahora apenas pican.
Vuelta al hotel muy contento, igual que el taxista, que se ha llevado las 1.200 rupias, 100 de propina y la comisión del restaurante. El me ha hecho una foto con el móvil, seguramente para reclamar la comisión del restaurante y yo una a él para que lo veáis todos. Tengo su teléfono por si alguien lo necesita en un próximo viaje. Otro día os cuento como conducen en estos lares, toda una odisea. Buenas Noches.
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